ANIMALES O MEDICAMENTOS


Las mejores medicinas no siempre vienen en forma de cápsulas o de inyecciones, sino que a veces tienen cuatro patas y son muy peludas. Los científicos han demostrado que si se está atravesando una situación estresante el mejor remedio es buscar consuelo en los animales de compañía. Estas mascotas, que nunca juzgan a su amo y le quieren de manera incondicional, pueden ser igual de eficaces, o más, a la hora de bajar la presión arterial que los familiares y amigos con los que se convive. En Medicina se han convertido en eficientes coterapeutas capaces de ayudar a los enfermos convalecientes por el mero hecho de estar presentes. Como en una película de dibujos animados, incontables perros y gatos han estado participando en los últimos años en programas especiales para devolver la sonrisa a los deprimidos, calmar a los violentos o fortalecer a los enfermos. Han servido a niños autistas, a personas con cardiopatías, a enfermos de sida y, en general, a marginados por la edad, la enfermedad, la Justicia o la soledad. La primera vez que se utilizaron animales domésticos como coterapeutas -que se sepa- fue en 1792 en Inglaterra. El médico pionero fue William Tuke, que los empleó para mejorar las condiciones infrahumanas que existían en los manicomios de la época y para enseñar autocontrol a los pacientes. La siguiente ocasión fue en Bethel, un centro para epilépticos fundado en 1867 en Bielefeld, Alemania (todavía hoy existe este protocolo terapéutico). En 1944, la Cruz Roja Americana organizó, en el Centro para Convalecientes del Ejército del Aire, en Nueva York, el primer programa que ponía en contacto a los animales con los pacientes. No se describió otra experiencia similar hasta los años 60, con el psiquiatra estadounidense Boris Levinson. . Gingles y Levinson . Levinson fue el primero en demostrar los efectos beneficiosos de tener un animal en su consulta mientras atendía a un niño. A principios de los años 60, relató las experiencias vividas junto a su perro Gingles y pacientes introvertidos que perdían todas sus inhibiciones y miedos gracias a la presencia del perro. Gingles hacía de catalizador, favoreciendo la comunicación entre el psiquiatra y los pequeños. «El animal resulta ser algo mágico que estimula al niño», escribió este psicoanalista en un libro de 1969 que reeditó en 1995 la Fundación Purina con el título: Psicoterapia Infantil Asistida por Animales. A partir de los 60, empiezan a realizarse numerosas investigaciones sobre la influencia de los animales de compañía en la salud humana. Desde entonces, se han encontrado beneficios en el aspecto físico (reducción de la presión arterial, fortalecimiento de los músculos, recuperación de los enfermos cardiacos), en el mental (disminuye la ansiedad y el estrés, mejora el estado de ánimo) y en el social (facilita la interacción con otras personas, estimula el diálogo). Tras una búsqueda en el MEDLINE, aparecen múltiples estudios científicos -publicados en revistas como el JAMA, Journal of Children Adolescent Psychiatry Nursing, Journal of Gerontology Nursing, Journal of Psychosomatic Medicine, Neuropsychologia, etcétera- que demuestran que la Terapia Asistida por Animales es ya una ciencia. Los animales terapeutas pueden pertenecen al hospital, al centro geriátrico o a personas voluntarias que están dispuestas a visitar y compartir sus perros y gatos con los enfermos. «El perro es el animal ideal, porque es más dependiente del ser humano y llega a aprender y a obedecer», dice Mª Dolors Torner, directora de la Fundación Purina, que patrocina los programas de terapia con animales que se realizan en España. Sin embargo, también son útiles otros animales dóciles de compañía como gatos, canarios, tortugas, conejos e incluso peces. «Cada jueves viajo a un centro geriátrico con cinco gatos. Nos reunimos en la sala de recreación y hay noches en las que acuden hasta 10 ó 15 residentes», dice un voluntario que participa en uno de los múltiples programas de visitación con animales que se realizan en EEUU. «Además, los gatos proporcionan una terapia física eficaz. Sostenerlos y acariciarlos puede ayudar a la persona a ganar control muscular. También ayudan a superar bloqueos psicológicos o emocionales». En España se llevan a cabo experiencias similares. Una de las investigaciones pioneras en este campo fue la realizada por la Universidad de las Islas Baleares, con ayuda de la Fundación Purina, en la que se evaluó el impacto de los animales de compañía en la salud mental y en la calidad de vida de un grupo de personas de edad avanzada. Los autores del trabajo observaron una disminución de la ansiedad y de la depresión y un aumento del bienestar y de la vitalidad de los participantes. La Fundación Purina tiene varios programas de terapia en funcionamiento por toda España. «Le hemos entregado una pareja de perros labradores a un centro del grupo Nuevo Futuro, en Madrid, que tiene hogares para gente marginada. También estamos promoviendo adopciones de animales con voluntarios de Adena y de la Bolsa de Adopciones de Madrid (BAM). Hay cursos de Formación ocupacional para que las personas con discapacidades leves aprendan a cuidar a los perros y hagan de canguros», cuenta la señora Torner. Esta fundación también promueve la terapia para niños autistas o con otros problemas de comportamiento como la timidez patológica. Los animales no pueden curar a un niño autista, pero se ha visto que pueden mejorar la interacción social de estos pequeños. Los reclusos de la Prisión de Cartagena también han recibido animales para mejorar su vida y aplacar su violencia. Esta fundación envió perros bóxer a la prisión de Murcia y también al centro psiquiátrico de Brians y a la cárcel de Cuatre Camins, en Cataluña. «Cada interno tiene un plan de trabajo de rehabilitación y el propio médico le receta, como parte del tratamiento, que atienda a los perros», dice Torner. «Los perros están allí, formando parte del grupo, y dan un aire de normalidad». Los bóxer introducidos en el Departamento de Psiquiatría de Brians han reducido los expedientes disciplinarios de los internos que están más unidos a los perros. . Animales y música . La doctora Karen Allen de la Universidad de Buffalo, Nueva York -que investiga los efectos fisiológicos de los animales domésticos y de la música en los humanos, sobre todo en la presión sanguínea y el estrés- ha demostrado que los animales de compañía pueden mejorar incluso las relaciones de pareja. Aunque, en algunas situaciones, según la doctora Allen, es mejor la compañía del perro o del gato que la de los familiares, de la pareja o de los mejores amigos. Allen vio que cuando se les pedía a los participantes que realizaran tareas evaluativas, como dar una charla o hacer cálculos aritméticos, su presión arterial se disparaba si quien les acompañaba era su pareja. Sin embargo, permanecía inalterada cuando les acompañaba su perro o su gato. «Creemos que este efecto se debe a que los animales no emiten juicios, como las personas», declaró a EL MUNDO esta especialista. «Pero para obtener este beneficio hay que estar unido al animal, quererlo, y no tenerlo en casa como un adorno». Otro estudio de Karen Allen ha demostrado que las mujeres solitarias de edad avanzada obtienen de una mascota beneficios muy similares a los que se tienen con la compañía humana. «Encontramos que los animales de compañía podían sustituir el apoyo social en las mujeres que aseguraban no tener a nadie a quien contarle sus problemas», dice Allen. Estas personas mostraron una presión sistólica 20 milímetros por debajo, como media, que las mujeres que no tenían una mascota y vivían en las mismas condiciones. http://www.animalesdeasistencia.com/t1/page3.asp?Id=46144&Rf=61&Rt=6&Np=611